Zambúllete en busca de sueños
Autorretrato de Malvina Fiore
Hoy no solo celebro mi nacimiento. Celebro también el de mi abuela materna: una mujer de manos suaves y fe serena, que lleva a su familia en su ser y en la oración diaria.
Ella me crió con una ternura hecha de gestos más que de palabras, sosteniéndome en los días grises y susurrándome, en incontables ocasiones, que debo seguir los dictados de mi corazón.
Fue la primera en intuir que naceríamos el mismo día, como si algo en ella supiera que el destino entrelazaría nuestras almas para siempre.
Desde entonces, me enseñó que existe un lenguaje secreto entre las mujeres que se aman, y que a veces, basta un gesto, una mirada, para entenderse.
Hoy, que también es el Día Internacional de los Museos, pienso en todo lo que heredamos: la memoria que resiste al olvido, las musas que nos inspiran, y esa fe en el arte como refugio.
Porque el arte –como el amor de una abuela– no desaparece: se transforma en origen, en raíz, en dirección.
En este día que es un hilo sagrado en mi vida, comparto uno de mis poemas favoritos de E. E. Cummings, que me recuerda que soñar también es una forma de resistir y de regresar, una y otra vez, a lo que verdaderamente importa.
Zambúllete en busca de sueños
Zambúllete en busca de sueños
Pues de lo contrario una consigna puede derribarte
(Los árboles son sus raíces
Y el viento es viento)
Confía en tu corazón
Si se incendian los mares
(Y vive por amor
Aunque las estrellas caminen de espaldas)
Honra el pasado
Pero saluda al futuro
(Y sacúdete la muerte
Bailando en esta unión nupcial)
No te inquiete un mundo
Con sus héroes y villanos
(Pues a dios le gustan las chicas
El mañana y la tierra)
E. E. Cummings